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En la cuenca del delirio

  • Foto del escritor: XIMENA COVAF
    XIMENA COVAF
  • 16 may 2018
  • 6 Min. de lectura

¿Cuántas veces te has preguntado qué pasaría si no pudieras volver a tu hogar? ¿lograrías sobrevivir a un grupo armado que invadió tu ciudad? ¿cómo sería tu vida en un lugar sin agua y con una temperatura de 45 Cº?


Dolor, miedo, hambruna, desesperación, tristeza, decepción, enojo, revancha, olvido…


La vida en Nigeria, Camerún, Chad y Níger nunca ha sido fácil. Son países con un pasado histórico complicado, constantes dificultades sanitarias y gobiernos corruptos que se han aprovechado de su poder. No obstante, Boko Haram llegó para empeorar la situación.

"La educación occidental es pecado", la traducción más apropiada de la frase Boko Haram. Este grupo militante categorizado como “terrorista” fue creado con el objetivo de aplicar la Sharia - leyes basadas en el Corán- como ley principal de Nigeria. Sin embargo, el poder adquirido por este grupo ha llevado a la expansión del mismo más allá de las fronteras del país nigeriano, el punto en común: la cuenca del Lago Chad. Cuatro países que tienen como frontera este paisaje natural, cuatro países que se han visto inmersos en un movimiento de violencia y un desplazo de personas sin igual.


A ellos Boko Haram les pegó, y les pegó fuerte.

Desde 2010, su principal blanco han sido los centros educativos y han matado a cientos de alumnos y maestros. Los miembros del grupo terrorista dicen que seguirán atacando hasta que el gobierno deje de interferir en la enseñanza islámica. Y así ha sido…

Uno de los ataques más conocidos a nivel mundial fue el perpetrado en Chibok, Nigeria el 14 de abril de 2014. Anteriormente, la localidad no había sido atacada y, debido a que varias escuelas de la región habían cerrado por los ataques de Boko Haram, Chibok se ofreció como sede para aplicar los exámenes finales de las diversas escuelas. Fue entonces que el grupo terrorista aprovechó para realizar uno de los secuestros masivos más sonados en la historia africana.


276 niñas fueron sustraídas del colegio debido al tipo de educación que recibían, muchas de ellas eran cristianas.


La tragedia salió a las calles. Las madres, amigos y familiares de las cautivas salieron en protesta para demandar ayuda al gobierno; sin embargo, el gobierno no reconoció el secuestro sino hasta dos semanas después. Increíble que lo que más ayudó para crear conciencia y hacer un llamado a las autoridades fue la enorme campaña global por redes sociales con el hashtag #BringBackOurGirls.

Oby Ezekwesili Eze –ex ministra de Educación y ex vicepresidenta de la división para África del Banco Mundial- fue una de las fundadoras del movimiento que captó la atención de grandes celebridades como Michelle Obama, fue entonces que el hashtag se disparó. Twitter estaba atestado de publicaciones con la frase. Artistas desde Cara Delevinge y Ellen DeGeneres hasta Emma Watson y Malala se fotografiaron utilizando el hashtag y pronto en las noticias, Facebook y otras redes no se veía nada más.

Un movimiento que sirvió para que el mundo volteara la mirada a África. Para abrir los ojos y entender lo afortunados que podemos ser sólo con el hecho de ir al colegio. Pero, ¿qué pasó después?

57 niñas escaparon, 107 fueron liberadas a cambio de militantes de Boko Haram, 112 siguen faltando y, por si fuera poco, 19 padres de familia perdieron la vida en la lucha por recuperar a sus hijas. Una tragedia irresuelta a casi 1,500 días de perpetrada.

Pero sólo fue una mirada momentánea, un vistazo y de vuelta a la obscuridad.


En 2015, Amnistía Internacional declaró registrados 2,000 secuestros a mujeres y niñas desde 2014 siendo, al menos 14 de ellos, secuestros masivos. Todo esto sólo en un año.

Aunque, no sólo es el miedo al terrorismo, la violencia ha expulsado a millones de personas de sus hogares y ha obstaculizado el acceso a tierras agrícolas, creando necesidades humanitarias masivas en un área que ya era caracterizada por la inseguridad alimentaria, la pobreza y degradación ambiental.

En la región del Lago de Chad, alrededor de 81,000 personas son consideradas en estado de crisis en seguridad alimentaria y forma parte de las 12 regiones mundiales donde la desnutrición aguda ha superado el umbral de emergencia del 15%. De acuerdo con la Red del Sistema de Alerta Temprana de Hambruna (FEWSNET), se calcula que la región tiene un déficit bruto promedio en cereales de alrededor de 898 mil toneladas métricas, lo que incluye un déficit del principal alimento (mijo y sorgo) de 448 mil toneladas métricas.

A pesar de que en 2016 se hizo un refuerzo de las operaciones de fuerza de la Tarea Conjunta Multinacional y de que lograron una importante reducción de las ciudades tomadas por Boko Haram, la violencia continua. Los atentados suicidas y los ataques a civiles y fuerzas de seguridad son las principales actividades de violencia en la región, generando una mayor pérdida de vidas, destrucción de la infraestructura, interrupción del comercio, y una potencial desestabilización en las relaciones intercomunitarias.

Los ataques con bombas, son llevados a cabo principalmente por niños que son obligados por Boko Haram a portar y detonar explosivos atados a sus cuerpos. Estos persisten en el noreste de Nigeria y el norte de Camerún. El 3 de enero, al menos 10 personas murieron en un ataque a una mezquita en Ngala, en el noreste de Nigeria y, menos de una semana antes, 7 personas murieron en una explosión en una boda cerca de Maiduguri. Es importante resaltar que la localidad alberga a más de 100 mil personas que luchan por sobrevivir a los efectos del conflicto.

En el norte de Camerún sufrieron alrededor de 60 de estos ataques en 2017, por lo que las autoridades han decidido trasladar a unos 12,000 desplazados internos de Kolofata a un sitio en las afueras de la ciudad. Sin embargo, existen preocupaciones por su bienestar ya que el nuevo sitio no cubre con las necesidades básicas, especialmente en agua y saneamiento.

En Bama y Gwoza, al noreste de Nigeria, 1,400 personas se han visto obligadas a huir de sus hogares hacia un campamento para desplazados cerca de la frontera con Camerún. Las contraofensivas militares y los ataques armados también han desplazado a más de 6,000 personas en varias localidades del estado de Borno, Nigeria. Por otra parte, se espera que unos 4,000 refugiados nigerianos regresen de Camerún en los próximos meses.

“La región Lago de Chad registró un aumento de la población desplazada (de 119,000 a 147,00) entre enero y noviembre de 2017”. - Lake Chad Basin: Crisis Update No. 21 Informe de la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU


Ésta es una crisis seria. Personas mueren a diario por inseguridad, hambre y falta de salud; pero el problema no acaba ahí. Los desplazados que llegan a sobrevivir el trayecto, llegan a refugios que en rara ocasión tienen todos los medios para cubrir sus necesidades. Esto se debe a que, a pesar de que la ayuda humanitaria se ha hecho llegar a través de diferentes gobiernos y organizaciones, no se da abasto. La cantidad de personas necesitadas es tan grande que, a pesar de que el socorro a aumentado, no está a la altura de lo necesario para salvar todas las vidas en riesgo, y la culpa es la ceguera.

La ceguera es general y cubre desde a los gobernantes de estos 4 países que prefieren centrarse en otros temas “más importantes”, como a los académicos que dejan de lado esta región, como a los activistas que se estancaron con el movimiento #BringBackOurGirls, como a los medios que le dan prioridad a otras crisis en lugares “más conocidos”, como a nosotros que nos conformamos con la información que recibimos. Toby Lanzer, representante especial de Naciones Unidas en Asistencia Humanitaria, resalta que uno de los principales motivos por los que ésta se considera una crisis olvidada es por el simple hecho de que “está muy lejos”, pero la distancia a la que se refiere no sólo es la geográfica: es la mental. Para muchos de nosotros la realidad se limita a nuestro día a día.

Parecerán muchos números, pero los datos aquí señalados son sólo una ínfima parte de la verdadera tragedia que está ocurriendo en la cuenca del Lago Chad. Parecerán muchos números, pero son sólo los justos necesarios para crearnos conciencia. Para tratar de abrir los ojos. Para entender que el problema no se acabó cuando el hashtag dejó de publicarse.

Para volver a mirar.

 
 
 

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